lunes, octubre 23, 2006

Acerca de cuánto se puede querer a alguien. (lecciones que había olvidado)

Se puede querer admirándolos desde los tobillos hasta los lentes de pasta. Se puede querer desde los cigarros, los kleenex que comparten, la florecita que él rompió cuando estaba borracho. Se pueden querer a medias y con dibujos cojos. Con servilletas quemadas mientras hablan. Se pueden querer con personajes y ficciones que se renuevan, se reciclan en medio de una conversación extendida sobre el piso del estacionamiento. Tres gotitas de esquizofrenia. Se pueden querer con nuestras cadenas y nuestras pieles agujeradas hasta los huesos. Se pueden querer cuando se va al súper y evocan a un crítico del medioevo; cuando van a la biblioteca y hablan de cepillos de dientes. Están siempre fuera de lugar y tal vez por eso los he encontrado.

---

El Imperativo Categórico. (y un delirio que cobra fuerza) dice:
como que no creo que los demás... ¡y a mi qué me importan los demás! ¡ustedes! Me vale madre el mundo, Ale, te lo juro, pero ustedes... ah, no tienen idea, son el mundo, son mejor que el mundo, te juro que se podría secar las dos terceras partes del planeta

El Imperativo Categórico. (y un delirio que cobra fuerza) dice:
o los niños se podrían morir todos de cáncer

El Imperativo Categórico. (y un delirio que cobra fuerza) dice:
y podríamos hacer que todas las niñas fueran Marcela

El Imperativo Categórico. (y un delirio que cobra fuerza) dice:
y me vale madre, si quedas tú

El Imperativo Categórico. (y un delirio que cobra fuerza) dice:
y él.

---

hay tantas cosas...

jueves, octubre 19, 2006

De cómo atarse a la fe.

Cuando un marino está en alta mar y cuando todo cambia a su alrededor, cuando las olas nacen y mueren, no clava su mirada en las olas, porque cambian. Mira las estrellas. ¿Por qué? Porque ellas son fieles; así eran para nuestros padres y así lo serán para las generaciones futuras; así son ahora. Entonces, ¿cómo triunfar sobre el cambio? Por medio de lo eterno. Se puede triunfar sobre el porvenir gracias a lo eterno que es su fondo y que permite también sondearlo. Y ahora, ¿cuál es la fuerza que en el hombre es eterna? Es la fe.

- Kierkegaard