lunes, noviembre 27, 2006

Escritor para sanarnos

Tomaste un jirón de piel y con hilo y con lápiz quisiste cerrar las heridas del mundo. Y en lugar del mundo, una de los perros helados y sin lenguas que no tenían membresías ni créditos para pagar. Acurrucado sobre un cartón (el perro te calienta) piensas en los cuarenta años de diccionario y anatomía de las ficciones en un hospital que parece desierto. Te das cuenda de que no eres redentor del mundo; que no eres redentor de nadie. No hay hilo para suturar tus heridas porque le cosiste el hocico al perro acurrucado sobre un cartón (el perro se va) y te quedas indiferente, ignorado. Mil veces te diseccionaron con precios, fechas, promociones, como si fueras un cadáver. Duelen las editoriales y el vomito sobre el que se quedó dormido el enfermo. “Este libro es muy aburrido” dice cuando despierta y hurga trozos de palabras en el líquido inconsistente que tú vuelves a vomitar. Él vuelve a dormir. Estamos enfermos, escritor, muy enfermos y lo peor es que te tenemos a tí para sanarnos.

viernes, noviembre 24, 2006

La muerte del lobo

"alzando la mano,al lobo furioso dijo: -¡Paz, hermano lobo!"

I
En cueva de lobos naces,
enconado, lampiño,
sin nombre,
ojos hambrientos
lengua enferma.
Flor de labios secos
lame tu cara
con espinas
con fuego en la cabeza
te arrastras y mueres.

II
Camino entre aceras y faroles,
en medio de la calle,
un lobo con la boca abierta
(la niebla se tiñe de rojo).
Sin pies,
en el abrigo blanco,
te recojo;
de tu bosque,
te recojo, animal herido,
ulcerado,
sin lengua, sin ojos,
te recojo y sigo.

III
Danzo como llama
fundida
en la espina de un bosque
en la niebla de la calle;
llama que camina en la costa
cabeza de lobo
en los hombros entronada.
Danzo como llama
que se eleva entre la piedra
y el cielo
y en la parte mas alta
abre la boca
para oír al mar aulliar.

miércoles, noviembre 22, 2006

Los significados múltiples del yeso y las gracias a quienes los supieron intuir.

“¿Metiste la pata?” Es una de las preguntas de siempre, de todos. Nota: andar enyesado no da derecho a hacer esa broma siempre, todos. Fuera de eso... hay algunas otras cosas.

El yeso significa muletas. Muletas significan brazos cansados, sangre en tu camiseta (si has andado mucho) Significa un pie que late y se agranda dentro de una jaula azul. Significa levantarte a las seis de la mañana, atar una bolsa a tu pierna, pegarla con cinta, meterte a bañar, caerte del banquillo, el agua moja el yeso: la bolsa ya está rota. Perder tu cepillo, no poder usar muletas y mochila al mismo tiempo. Bajar y andar y correr a clase de las ocho y media... y aún así, llegar tarde.

Significa media hora más si están arreglando el camino.
Significa media hora más si está lloviendo.
Significa subordinar tu tiempo al cepillo que no encontraste, a tu cuarto sin barrer lleno de papeles sin que aparezca la nota del pago de la impresión de la revista.

Cada vez que tengo que subir las escaleras a mi cuarto, lo pienso. Quiero subirme a los columpios y correr. Nunca me había detenido a observar lo elegante de una persona caminando. Qué equilibrio, qué coordinación...

La escena que más me impresionó de “El laberinto del Fauno” fue el pié gangrenado que tuvieron que amputar. Miré mi pié, enyesado entonces, le di las gracias por no estar así. No me puse contenta, sólo recordé que podría volver a estarlo.

Hoy me quitaron el yeso. Acabo de ir al baño y regresar a mi cuarto sólo apoyándome en los muebles y las paredes.

Estoy muy feliz.

Beto, fuiste por el coche para recogerme en el estacionamiento más cercano.
Ale, hiciste mi maleta para que me fuera a mi casa.
Alfons, cargaste mi mochila.
Elisa, lavaste mi ropa.
Ja, me ayudaste a subir el escalón.
Ernesto, compraste mi comida y la trajiste a la mesa.
Gracias por caminar detrás de mí cuando subía una escalera. Por preguntarme cómo iba, por preguntar qué me pasó, por advertirme que no vuelva a meter la pata.

Nunca voy a extrañarlo, eso es seguro; olvidarlo tampoco.

domingo, noviembre 19, 2006

El escritor y la hiedra

A la memoria de
Rafael Ramírez Heredia

Semillas de hiedra
en la garganta,
arrancas el pasto
raíces,
campo de futbol.
Y con el campo
te hiciste un escritorio.

La hiedra se mantuvo
y seguiste hirviendo
en tinta roja
que vomitas
sobre el papel
y tu cabeza
naranja seca al sol
cayó sobre la madera
con sonido de ave
en el cristal.

La hiedra se mantuvo
y te rompió los pulmones,
el pecho.

Me quedo tiritando,
llorando de frío
orinada en un rincón
con el caos y el talento
ahogados en dos promesas
y en tres años.
Cierro los ojos y veo
la tierra en tu cara,
el escritorio que no es campo
sino tumba.

miércoles, noviembre 08, 2006

Las manos de Nacho.

Son tan gruesas, sólidas, firmes. Manos de escritor desatador de nudos, de desenlaces. Manos de papá que me da la mano. Sobretodo de eso. Me gusta cuando me da la mano y se siente fuerte, fuerte, y yo (pienso en sus manos) mantengo el equilibrio en un pie y me bajo del auto. Nacho me suelta, me pasa mis muletas. Me suelta, no me sueltes, mano cálida, mano firme, mano desatanudos, traigo muletas en las manos, siento que me voy a caer.

Me gustan los ojos de Nacho, sus gestos, sus expresiones, sus ojos. Me gustan sus lentes amarillentos por el humo y el brillo de luz que circula en la orilla del vidrio. Me gustan sus historias de África cuando los golpearon por ser blanco, de cuando jugaba rugby y lo enyesaron, de cuando daba clases en la secundaria. Y los dedos hojas de tamal atado, que encienden el estereo para poner a Delgadillo. Se pasa el alto de repente porque alguien le regaló el color rojo.
“Te regalo la banqueta,
“Te regalo el semáforo
“Te regalo la luz roja.Es su cumpleaños y la patrulla detrás. “Baje del auto” y se baja cantando Happy birthday to me. Cierra la puerta con sus manos, antes en su volante; con las manos que ahora dicen no se preocupen, "voy con los oficiales, ustedes bajen las cosas y espérenme” Y lo espero sentada con las placas de la patrulla anotadas con marcatexto en el antebrazo. Sus manos para abrir la puerta del departamento de Andrelí ya está de vuelta, nos alegramos de verle. Las manos pequeñas y dulces con las que le aplaudo cuando abre la puerta. Las manos que jalan una silla, silban con alivio y hablan de lo que pasó. Hablan, Nacho, hablan. Tú debes escucharlas si las pones cerca de tu cara cuando vas a dormir. O cuando te lees en la computadora recargado en ellas. Hablan cuando nos despedimos, me das la mano y me bajo y la sujeto. Me suelta, no me sueltes, mano cálida, mano firme, mano desatanudos, traigo un montón de sueños en la espalda, siento que me voy a caer.

jueves, noviembre 02, 2006

Prendas de abrigo.

Tomamos el metro para llegar al auditorio. “Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina” Yo también me enlisto para tirar el muro a patadas, Joaquín.

Tomamos una camioneta con olor a hamburguesas para ir a cenar. “Si, son buenos lectores” Me gustas, Nacho, a un escritorio de distancia.

Tomamos un autobús de regreso a puebla. “Me lo imaginé. Mariel dormida y ale tratando de despertarla” Creo que todavía te debo lo del estacionamiento de la central, Beto.

Los aviones como tiburones. Los metros como gusanos
Los carros, los autobuses…

Y después de los humanistas rellenos de marihuana, caer dormida junto a un saco de huesos y una armónica.
Y después de los humanistas corriendo detrás del balón, caer rota junto a un par de gritos practicados un mes antes
dos meses
tres meses antes.

Hay ambulancias con piso de sal; sueños que se decantan cuando lloran, cuando lloramos. Dónde está mi mamá, dónde está mi hermano. Alguien me mira y me dice que Beto viene detrás de nosotros en bicicleta. Una inyección, tres ligamentos rotos pero los sueños enteritos. Y Ale ya llegó.

Y después del tiburón que grita mudo, llegué a mi casa y me encontré con todos excepto a Lisa,

vente, Lisa, prenda de abrigo, eres lo único que me falta.

miércoles, noviembre 01, 2006

Una hipótesis coja y sin sustento acerca de la psicología del hombre de derecha y del de izquierda

Si una persona cree que el individuo es una victima de la circunstancia, entonces es probable que sus tendencias políticas sean de izquierda porque la izquierda favorece a las circunstancias más que al individuo.

Si una persona no cree que el individuo es una victima de la circunstancia, entonces es probable que sus tendencias políticas sean de derecha porque la derecha favorece al individuo, más que a la circunstancia.