domingo, febrero 25, 2007

Transición

El viernes 23 de febrero escribí:

Hay clases de literatura caribeña, hay un programa de radio, hay cuentos escritos, hay amigos y espaguetis que Ale prepara en la cocina para cenar juntos. Libros, foros, revisas, ¿qué puede faltar?

"¡Yo sé, yo sé! hace falta alguien debajo de tu tacto vacío"

No es verdad, no hace falta nadie. Me basto yo. El teclado es suficiente debajo de mis dedos; hoja en blanco es suficiente frente a mis ojos. Mientras escriba, puedo seguir en pie. No hace falta otra cosa para construir el molde que me contiene.

Esta voluntad es enorme: proviene del miedo.

Hoy, domingo 25 de febrero escribo:

Bueno, ya, me esta gustando alguien. No puedo engañarme todo el tiempo.
(sólo recuerda: extremar precauciones, no entregarse nunca, no salir herido)

lunes, febrero 12, 2007

conversación en el café

Tus dedos en la bufanda color vino esconden un bisturí para cada palabra. Podrían ser para cortar mi cara, podrían ser para cortar la mesa, podrían ser para cortar tus dedos. Cuando mi sangre se derrame (yo sobre la mesa) tú podrías agarrarla y enredarla en tus dedos, igual que ahora tu bufanda y continuar tomando café. “Hace falta anestesia, el frío no es suficiente”, pensé. Nada nunca fue suficiente, ni los libros ni los lugares ni los nombres; ¿cómo iba a serlo yo? Cerré los ojos esperando el golpe y comenzaste a hablar. Entonces el frío se hizo más intenso; dejé de sentir mis pies.

sábado, febrero 10, 2007

Breve berrinche después del "Taller de creación: cuento"

Palabras como vacas amarillas que comen del otro lado del río. Palabras en un colador, palabras de agujeros. Quiero pluma, quiero cuento, quiero vacas para guardarlas en mi garganta triste, en mis árboles tristes. Hay sal como para desbordarse, hay arena como para quedarse ciego. Hay vacas como para que revienten mi cuello. Saco una estaca de entre mis omóplatos hecha de un cansancio anterior a mí. Una cara de tristeza derrotada. Comienzo a escribir.

Y tú, de lobo y piel y uniformes, lees y dices, este texto no vale madres. No vale.

Si te saliera un cuerno en la cabeza, yo lo besaría siempre, si hubiera. Pero no hay cuerno ahí y tú hablas con la pluma en la mano y haces marcas rojas en mi cuento ¿Desde cuándo estuviste de aquel lado del río para decir que una reescritura no valía la pena? Dime antes si entendiste lo que era nacer de un árbol. Dime antes si entendiste lo que era dejar traer dos tabletas de chocolate en el bolsillo. Si lo hiciste, te juro que cruzo el río y me corto el dedo meñique para desangrarme y morir queriendo llegar a ti. Pero no lo has comprendido ni lo has pensado, ¿qué tal si yo el río? ¿qué tal si yo fuera la vaca? Y yo te pregunto, ¿tú ya llegaste?, ¿ya ordeñaste la leche? ¿ya sumergiste el sol en el agua?

(No me quiero meter, no otra vez en la sala llena a rescribir a las dos de la mañana porque ahí los espejos blancos hablan como policías “Usted no pude estar aquí porque estamos por cerrar y hablando de sinceridades su cuento suena a Hollywood. ” Ay, ay, ay...
perdón
los pasillos, los pasillos que se abren y los espejos que se empañan y me gritan como cosas arrancadas cada mañana puta, puta, nunca has sido lo que eres, ah puta, puta, mírate, ni un cuento sabes escribir.
El espejo se empaña y lo retiro de la superficie para caminar sobre el agua sin cortarme)

Jano también lo leyó. Yo lo recuerdo, recuerdo a su niño saliendo del árbol con la camiseta de su abuelita y que pregunta “¿puedo quedarme con tu cuento?”. Claro Jano, claro que puedes quedártelo. Siempre he esperado eso. Siempre he querido que el pasillo se abra y diga ¡ahhhh!; que los cuernos se caigan y me reverencien. Yo no quiero, no quiero textos con marcas en rojo sino solo Janos con los ojos abiertos pidiendo, “¿me lo puedo quedar, me lo puedo quedar?”

Y hay huellas pero no palabras. Siempre se queda la imagen y yo mirando las vacas que se mueven en la lejanía. Tú me dijiste que ahí estaban y casi te creí. No quiero quedarme con la estaca, tengo que inventar otro río, otro cuento, otras vacas.

martes, febrero 06, 2007

Publicación sin apellido

Llegamos al aeropuerto. Veo a Ana Gaby mejor amiga en la primara, después de muchos años de no hablar, lo primero que me dice es: “Felicidades, me dijo Ari que te publicaron”
Me publicaron.
¿Me publicaron?
¿A mi?
¿Cuándo?
Digo que no tenía ni idea. Ella explica que es un periódico del Itam. El link es mi blog y la firma es Mariel, sin apellido. Abordamos, despegamos. Pienso que hay personas que leen lo que escribo, que tal vez la escritura tiene un sentido porque hay gente que dedica una cuartilla (o dos, no sé que post publicaron) a un escrito. Y eso no porque quieran alegrarme sino porque quieren alegrarse con el escrito.

Le llamo a Ale, le digo que me leen. Tengo que decírselo a alguien.

Por ultimo, antes de aterrizar, me pregunto por qué no publicaron mi nombre completo.
Es verdad, nunca lo he escrito en el blog.
Es Martínez Álvarez.