domingo, mayo 13, 2007

You're the closest to heaven that I've ever been

And I'd give up forever to touch you Cause I know that you feel me somehow You're the closest to heaven that I'll ever be And I don't want to go home right now And all I can taste is this moment And all I can breathe is your life Cause sooner or later it's over I just don't want to miss you tonight And I don't want the world to see me Cause I don't think that they'd understand When everything's made to be broken I just want you to know who I am And you can't fight the tears that ain't coming Or the moment of truth in your lies When everything seems like the movies Yeah you bleed just to know your alive And I don't want the world to see me Cause I don't think that they'd understand When everything's made to be broken I just want you to know who I am I don't want the world to see me Cause I don't think that they'd understand When everything's made to be broken I just want you to know who I am I just want you to know who I am I just want you to know who I am I just want you to know who I am I just want you to know who I am

***

Yo daba la eternidad por tocarte Porque sabía que lo querías de cierta manera Eres lo más cerca que he estado del cielo Y esa noche no quería irme a casa Sólo podía probar ese momento Sólo podía respirar lo que eras Porque el pasado y el futuro no existieron Porque no quería que esa noche me hicieras falta No quería ver lo que pasaba Porque estoy segura de que no lo hubiera comprendido Cuando todo estaba por acabarse Quería que te dieras cuenta de quién era Y no puedes hacer nada contra las lágrimas que no vendrán Ni contra el momento de volver a la realidad Cuando todo parecía una película Necesitábamos el dolor para sabernos vivos Y no quería ver lo que pasaba Por que estoy segura de que no lo hubiera comprendido Cuando todo estaba por acabarse Quería que te dieras cuenta de quién era Y no quería ver lo que pasaba Por que estoy segura de que no lo hubiera comprendido Cuando todo estaba por acabarse Quería que te dieras cuenta de quién era Quería que te dieras cuenta de quién era Quería que te dieras cuenta de quién era Quería que te dieras cuenta de quién era Quería que te dieras cuenta de quién era

nota: esto no es una traducción

domingo, mayo 06, 2007

Bling

–Es que deberías verte –le dije.
No se me va a olvidar la cara de Luis, como pintada de rojo por un niño que no sabe diluir las acuarelas, con sangre en la barba, con una herida profunda en la frente descubierta a veces por una servilleta húmeda y arrugada. Sonriendo.
Ya no me acuerdo ni por qué sonreía pero era una imagen impresionante.

***

Esa noche éramos seis: Ale, Beto, Ja, Voirol, Luis y yo. Voirol había encontrado en internet un bar en Puebla donde tocaban rock. Yo me entusiasmé al pensar que algo así sería como recordar las tocadas de Neglillé. Y vamos, si, vamos. Nos subimos al taxi para llegar. La tocada ya había terminado. Luis apostó un helado a que Ale y Beto no irían al zócalo a tomarse fotos con Tunick. Gané el helado: tomaron un taxi a la central y se fueron al df. El Ja nos dice que está cansado y que quiere dormir. Quedamos nosotros: Voirol, Luis y yo. Ese era el último fin de semana que Luis y Voirol pasaban en Cholula, más bien, ese debió de haber sido. Dejamos a Ja en su depa, fuimos al Pulque, estaba cerrado.

¿Qué? ¿ya a dormir?

No, encontramos un antro de cadenita (¡si, un antro de cadenita!) y como no había cover y la música estaba padre, nos metimos. No había ido a un antro desde que estuve en Montreal y recuerdo que me aburrí enormemente. Esta vez me divertía. Las canciones eran las de la secundaria y me hacían recordar cosas.

Luis: “Estas son canciones para una nostalgia que no tengo”
Mema dealer: “Traigo por ahí unas pastillitas para la nostalgia, ¿hey? por si gustas...”


Me parece que fue cuando regresé del baño, Voirol estaba hablando con alguien que después hablaba con Luis y le preguntaba si era español, si su amigo era español... Era más bajo que nosotros tres, regordete, vestido de negro, apretado, con corbata, parecía pingüino.

Voirol: hey aguas eh, que se quieren ligar a tu novio, eh.

Me involucro en la conversación y en seguida me doy cuenta de que el pingüino no está interesado por Luis. El pingüino regresa con Voirol y le pide un cigarro. Voirol lo corta, vuelve con nosotros. El pingüino se va. Voirol comienza a ponerse nervioso, agarra una botella y lo insulta moviendo apenas los labios. Se tranquiliza, finge divertirse. El pingüino regresa varias veces para intentar hablar con él. Yo tengo miedo de que Voirol no pueda controlarse. El pingüino se pone cada vez más agresivo. Suena la canción de Molotov y el pingüino y su escuadrón brincan señalando a Voirol mientras gritan “Puto, Puto”

Mariel: Voirol, vámonos.
Voirol: Por qué wey, si me la estoy pasando de poca madre. Que se vayan ellos.


Luis regresa de la barra con una cerveza. No sé si me di cuenta de que Voirol había ido al baño cuando él mismo lo anunció o cuando Luis dijo que lo estaban siguiendo y que iba a ver qué pasaba. Dejó la cerveza, se metió al baño. Miré la puerta del baño, me senté. Miré mis cosas, el morral de Luis, otra vez la puerta del baño. Pensé que debería acercarme por si oía algo. Pensé que tal vez estaba exagerando y que en cualquier momento saldrían. Pensé en Ja y en que si estuviera con nosotros, lo mandaría al baño. Pensé que estaban tardando mucho. Tuve ganas de gritar que detuvieran... ¿que detuvieran qué? Me levanté para avisar a alguien. Demasiado tarde: Voirol sale corriendo del baño, atravesando niñas en tacones y caras de asombro, con la boca llena de sangre.

Voirol (gritando hacia la mesa): A la chingada, Mariel, vámonos ya, a la chingada.

Peligro, peligro. Tengo que salir de aquí. Siento que en cualquier momento, alguien puede salir del baño y matarme. Todo me agrede: las paredes, las mesas, las niñas en tacones y sus caras de asombro. Tengo que salir de aquí. Voy a correr pero me detengo: mi cámara. Salgo del antro después de haber recogido mis cámara, mis lentes, mi suéter y el morral de Luis. En la entrada, Voirol grita que lo golpearon, que fueron unos tipos en el baño, que no le importa, que va a llamar a la policía, que por favor le traigan un vaso con agua pero ya, ya...

¿Y Luis?

Mariel: ¿Dónde está Luis?
Voirol: ...y me vale madre, yo voy a llamar a la policía.
Mariel (gritando): ¿Dónde está Luis?
Voirol: Que se quedó en el baño, te digo.


Luis en el suelo con cinco del equipo de americano que lo rodean y lo patean mientras él se cubre la cabeza con los brazos y la sangre mancha el piso. Esa es la imagen. Entro de nuevo. Abro la puerta del baño y veo a Luis, no en el suelo y no rodeado de americanos, sino apoyando en el lavabo, con la cara llena de sangre por una herida en la frente. Tengo el impulso de abrazarlo pero siento que lo voy a lastimar. Lo toco del brazo.

Luis: Tranquila, que no ha pasado nada.

Asiento y me salgo del baño. Un hombre, encargado del antro, conduce a Luis hasta la ambulancia que está a lado del Tigre. Voirol arregla cosas con la policía. Luis dice que él no va a involucrarse legalmente de ninguna manera. Los médicos dicen que necesita unas puntadas, hablan del seguro. Es mejor ir a la universidad. En el camino a la universidad, un estudiante de intercambio que recuerdo como un albino de ojos azules impresionantes, le pregunta a Luis qué le pasó. Llegamos a la universidad, Luis se sube a la ambulancia. Con la mano abierta me dice que me quede, pulgar arriba, todo está bien, y mano agitándose, adiós. No espero a que la ambulancia se vaya. Regreso a colegios. Duermo entrecortadamente, soñando y viendo el cuarto. A las ocho y media de la mañana me despierto, hablo con Luis, ya está en su casa. Salgo a desayunar. No puedo caminar cerca de las personas porque siento que en cualquier momento me podrían pegar. La sensación durará todo el día.

***
El pingüino le rompió el lateral izquierdo a Voirol al estrellarlo varias veces contra el escusado. Lo de Luis fue un cabezazo proporcionado por un amigo del pingüino. Un mes después, cuando escriba este post, me sorprendré al recordarlo. Creo que nunca podré volver a caminar con seguridad cerca de alguien que esté borracho. Creo que también para Luis y para Voirol va a ser difícil hacerlo.



Nota: La fecha en que este post está publicado es al domingo siguiente del incidente. Esto es simplemente para mantener una relación cronológica con las demás entradas.

sábado, mayo 05, 2007

Tres notas sobre cosas que sucedieron ayer y hoy

1.- Elisa se fue. Es triste. Yo me acuerdo que estaba dormida y que oí las voces de sus papás. “Los papás de Elisa están aquí y tu dormida y babeando tu almohada, deberías despertarte” Me desperté y ví el cuarto: la cama sin colcha, el closet sin ropa. Elisa entra al cuarto y le pregunto ¿ya te vas? Y ella me dice, “voy a regresar” pero la mitad del cuarto se ha quedado desnudo, indefenso. “Se te olvidan los zapatos que están debajo de la cama y la bufanda blanca” le dijo y ella los guarda en la maleta. “La bufanda te la regalo” No hay nada, no queda nada. Ella va a regresar pero yo ya me voy. La voy a extrañar mucho. Debí de haberme despedido. No tuve la fuerza para hacerlo.

2.- Ayer fui al café con Luis. No sé si Eric haya sido el mejor de los amigos pero sí fue el amigo con el que más a gusto me sentía. Como si tu fueras aire y la otra persona muros y tú pudieras ir y venir y expandirte con una seguridad increíble. Tal vez porque la otra persona no te está exigiendo que seas de cierta manera o, mejor aún, que la otra persona te está pidiendo que seas como eres. Bueno, ayer fui al café con Luis y me siento tan bien con él que me recuerda la amistad de Eric. Y casi puedo asegurar que, si Luis se hubiera quedado más tiempo, no habría sido nada difícil que se convirtiera en el mejor amigo que he tenido.

3.- Soné con Lisa. Algo muy extraño. Estábamos en una mesa jugando cartas y Lisa me advertía “No hagas trampas” Y yo decía que no sabía jugar pero nadie me escuchaba. Lisa volteaba a verme y me decía “Hiciste trampa” Entonces yo me sumergía, porque ahora el piso era de agua y Lisa traía un palo y me quería pegar en la cabeza. Y nadaba y nadaba esperando a que me faltara el aire y Lisa me decía. “Estás respirando, otra vez haces trampa” Yo sabía que ella tenía razón pero no quería salir del agua porque tenía miedo del palo. Me dije “Es injusto, no debo de respirar” Dejaba de respirar y sentía que me faltaba el aire pero no quería salir. Lisa me esperaba. Me faltaba el aire, me faltaba el aire, me ahogaba.

Desperté tomando una gran bocanada de aire, agitada, con el sudor en la frente. Me tardé en reconocer el lugar: estaba en Ray, estaba en mi cama.

viernes, mayo 04, 2007

Conversación con un taxista

It’s still the same old story
A fight for love and glory
A case of do or die
-Herman Hupfeld en "as time goes by"

Cuando iba a mi casa para vacaciones de semana santa, el taxista que me llevó a la capu me preguntó de dónde era. Un hombre de unos 60 años, con el cuerpo grueso y cansado, que hablaba arrastrando las palabras como si las midiera y que despegaba a veces las manos del volante para limpiarlas en su pantalón. Se entusiasmó cuando le dije que era de Tampico.

“Mi primera novia era de allá”

La primera novia. Cuando él tenía 18 años y había dejado la secundaria y vivía en México. No me dijo su nombre pero me dijo que era de Tampico y que ella siempre había querido regresar. Le contaba de los parques, de la laguna, le hablaba de calles y colonias. El taxista me las enumeraba todas sólo para que yo las reconociera y dijera “Ah si” o “Yo he estado ahí” o “he leído esa ruta en algún autobús” Y aunque yo no reconocí un solo nombre porque estoy segura de que esos lugares ya no existen, no sé por qué, algo en su voz y en su historia, me obligaba a mentir como una forma de piedad o de respeto.

“Ella me dijo que regresara a la secundaria y yo regresé, nomás por que ella me había dicho, imagínese señorita”

Conforme narraba, a mí se me fue olvidando que yo era una persona mayor que había dejado atrás la historia boba e infantil de mi exnovio. Cuando lo conocí en Acámbaro y él entrenaba taekwondo y yo entrenaba taekwondo. Después de ese viaje, él fue a Tampico y tocó la puerta de mi casa. Yo traía unos pants verdes y una camiseta del equipo representativo que utilizaba para dormir y abrí la puerta. Él era de San Luis y siempre me invitó a ir para allá.
Yo quería decirle al taxista que él era de San Luis y yo nunca había ido allá.

“Y ella tenía lágrimas en los ojos cuando me dijo que ya, que teníamos que terminar porque su madre decía que ya había arreglado las cosas con otro, un amigo de la familia...

Pero me detuve y no conté la historia de Javier porque cuando terminamos, me dije mil veces que esa historia nunca había sido y que no valía ya la pena recordarla, que era necesario que se dejara de creer en eso que había sido cuando yo era una niña de dieciséis años. Era mejor no interrumpir con esta historia porque lo que me contaba el taxista tenía mucho más fundamentos, era mucho más real... aunque fuera la misma historia y yo estuviera impresionada.

Entonces el taxista comenzó a trabajar en Puebla y a veces iba al Df, por eso no estuvo en el temblor del 85. Ahora que escribo y me pongo a contar me doy cuenta de que no pudieron haber pasado menos de 20 años desde que terminaron hasta que él regresó a su casa a buscarla y no encontró más que escombros.

“Yo nomás espero que ella se haya ido a Tampico antes del terremoto, porque mire señorita que de su casa no quedó nada, pero nada.”

Y volvía a nombrar las calles, las plazas, las colonias. Llegamos a la capu y antes de bajar me dijo que algún día tenía que ir a Tampico para ver la laguna y esas calles. Yo le dije que seguramente le gustaría. Le di las gracias, le pregunté su nombre y me bajé. Compré mi boleto y me subí al autobús. Pensé en las razones. Ir a Tampico para ver si ella volvió. Ir a Tampico porque ella siempre quiso volver. Ir a Tampico a leer el nombre de las calles y los parques y las plazas que ella dijo y hacerla de alguna manera más real, de comprobar que existió. Después traté de recordar el nombre del taxista pero ya se me había olvidado.

Cuatro años, cuarenta años, no importa: tal vez algún día me olvide de que soy tan mayor y tan grave y platicando con alguien de San Luis me atreva a decir que tengo ganas de ir porque de allá era mi exnovio.
Tal vez algún día.

martes, mayo 01, 2007

No digo tu cara

No digo tu cara escrita en el papel
arrugado de esta noche
en la que el cielo se rompe
como una hoja mojada.

Sentada al pie de la escalera
engullo la suela del zapato,
las llamas azules de la hornilla.
Pienso, que mañana,
cuando el sol seque las calles
volarán tus párpados
de mariposa ceniza
y tu cara, asida por el calor,
despuntará debajo de mis alas

Digo que debo seguir
que debo reponerme
que es duro deshilar sueños
cuando ya en el jardín
tengo un cementerio de palomas.

Aunque parezca inútil defenderse
con tu cara ciñendo la noche de esta manera.