miércoles, noviembre 28, 2007

Post prescindible

He pensado subir tantas cosas
(desde otras 20 frases de horror, Xantolo, Luis, la escritura, Amaranta, la Fill)
quedaran en el diario.

Me sorprende que lo último escrito haya sido lo de Julián.
Hace mucho tiempo.

Y preguntándome con qué seguir
me doy cuenta de que solamente tengo ganas de decir una cosa. No es que la crea.
(después de todo es mi novela favorita)

PERO GARCÍA MARQUEZ PUEDE METERSE SUS CIEN AÑOS DE SOLEDAD POR EL CULO!!!!
(SI LE CABEN)

No es que lo crea.
Pero tenía ganas de decirlo.

viernes, noviembre 09, 2007

Bestiario.JULIAN HERBERT

Lo conocí en la solapa de un libro. Fotografía en blanco y negro, una paleta de caramelo en la mano cubriéndole el ojo izquierdo, facciones redondas de mandarina helada, en polvo. Instantánea, travesura, viaje en ADO y hongos. Me preguntaba cómo había escrito esa sección del poemario.

Los carteles que anunciaban la lectura de poesía tenían los colores de la portada de Kumbla Khan. A las seis, ocho de noviembre en Profética. No supe quién era hasta que se paró detrás del atril. Autorretrato a los 27. El único poema al que le tenía cariño de El nombre de esta casa. Me impresionó su lectura, casi gritaba, vocalista de rock, (Las Madrastras) y retorciéndose con cada sílaba como gusano en el fuego. La poesía es movimiento, afecta a la respiración, no puedo leer sentado. Nunca te enamores de un kilo de carne molida. The miss reading, el derecho del lector de leer cualquier cosa como se le pegue la gana. Epígrafes de Italo Calvino y Alex Lora, poemas con Cri crí y Octavio paz: lo fragmentario. Y le abrieron el cráneo, musitando Play it once, Sam. "No creo que vuelva a escribir poesía. Llevo un año y medio sin poder escribir un poema." Todo un poquito demasiado teatral. "Un consejo que me dieron: si puedes prescindir de la poesía, no escribas."

En uno de los poemas que leyó, estaba esta cita: You most remember this a kiss is just a kiss a sight is just a sight. Y me sorprendió que la hubiera cantado en lugar de leerla. Me dije que para eso se necesitaba mucho valor y después Julián me contó –en realidad yo no lo había notado– que no era difícil con media botella de tequila antes de leer. Después fuimos a La florentina (“Te juro que nunca dice play it again, Sam, dice play it once”) los profesores de filo y letras, estudiantes de literatura, Julián y algunos de sus amigos.
Yo traía Kubla Khan y Julián me lo había firmado en profética después de la presentación:
“Pero no me dediques el libro, sólo el poema de Miramar.
Es uno de mis poemas favoritos. El primero de la sección de ADO y (De un lado a otro mariposas de unicel / y cantinas / como Lázaros en un palmo de sol) cómo me hubiera gustado escribir este poema. Recuerdo la playa al amanecer y nos vamos salimos a caminar en la orilla, hay una trasparencia irreal en las olas y la arena. (El mar habla dormido, como un viejo contando las monedas que le faltan) Quiero regresar a Tampico y ver el mar de frente, aunque el sol se ponga a mis espaldas, quiero regresar y leer este poema sentada en el malecón con las olas rompiéndose contra las matatenas, quiero ver que la oscuridad empuñe el Golfo de México, quiero ser ese caballo al final de la rienda.
“Julián, ¿cómo escribiste la sección de ADO? Fue después de un viaje, andabas de gira con el grupo o fue a partir de relatos o qué.
“Pues son tres poemas, el primero, el de la playa Miramar fue porque mis amigos y yo teníamos ganas de ir a una playa. De Saltillo, lo más cerca era ir a Tamaulipas.

Yo soy ese caballo al final de la rienda.
“Nos fuimos. Entramos a Tampico a las cuatro de la mañana y vimos un letrero que decía “Miramar” y seguimos las indicaciones hasta llegar a la playa. Ya habíamos comenzado a tomar durante el camino,
Yo soy ese caballo al final de la rienda.
“Entonces imagínate. Era de noche, estábamos borrachísimos, sin hotel, sin comida, con el coche atascado en la arena y en la playa más horrible del mundo.
Yo soy ese caballo Jajajajajaja. No mames, ¿oíste lo que dijo Julián? Jajajaja (ay, ¿pero por qué?)

“Quiero decir, Tampico es una cuidad de verdad.
“No trates de arreglarla.
“No, lo digo en serio, de mis lugares favoritos y...
“No te creo nada.


Después hablamos de otras cosas. Tres tequilas más, decidió no irse en el camión de las diez de la noche. “¿Has leído An Occurrence at Owl Creek Bridge de Ambrose Bierce?” “Ay, no Carver no” “Seguro estás leyendo las traducciones de Anagrama” “Jajajaja” Lo que faltó, –lo que siempre falta en La florentina– fue buena música.
“¿Qué es lo que más disfrutas gusta de escribir ficción?”
“Cuando escribo la segunda mitad de un cuento y todo se va encadenando como involuntariamente, es una sensación física increíble, ¿y a ti?”
“La posibilidad de decir cosas sin escribirlas. Sí, como si le dieras la vuelta...”

Más frío, más noche, menos personas, tienen mi correo, ¿no? Tengo amigos en Argentina, si van para allá... Es como una complicidad esto de la literatura, ¿no? No sabes el gusto, de verdad no saben, seguimos en contacto.

No venía a recoger aplausos o a dar lecciones. Julián venía a platicar y ya. Como se platica con un amigo al salir del cine o con un hermano antes de dormir. No sé bien en qué consista. Tal vez en una seguridad que no está basada en la competencia. Tiene un respeto increible por la amistad. Me gusta su poesía (faltan los cuentos Cocaína: manual de usuario y la novela Un mundo infiel). Tiene un poemario inédito del que leyó 3 textos ayer y estoy esperando a que salga.

McDonald’s

Nunca te enamores de 1 kilo
de carne molida.
Nunca te enamores de la mesa puesta,
de las viandas, de los vasos
que ella besaba con boca de insistente
mandarina helada, en polvo:
instantánea.
Nunca te enamores de este
polvo enamorado, la tos
muerta de un nombre (Ana,
Claudia, Tania: no importa,
todo nombre morirá), una llama
que se ahoga. Nunca te enamores
del soneto de otro.
Nunca te enamores de las medias azules,
de las venas azules debajo de la media,
de la carne del muslo, esa
carne tan superficial.
Nunca te enamores de la cocinera.
Pero nunca te enamores, también
tampoco
del domingo: futbol, comida rápida,
nada en la mente sino sogas como cunas.
Nunca te enamores de la muerte
su lujuria de doncella,
su sevicia de perro,
su tacto de comadrona.
Nunca te enamores en hoteles, en
pretérito simple, en papel
membretado, en películas porno,
en ojos fulminantes como tumbas celestes,
en hablas clandestinas, en boleros, en libros
de Denis de Rougemont.
En el speed, en el alcohol,
en la Beatriz,
en el perol:
nunca te enamores de 1 kilo de carne molida.

Nunca.

No.