lunes, abril 30, 2007

Yo soy

(como)


mi nikon, mi bolsa de caramelos, mi abanico de terciopelo y mi rhythm and blues. Jimena (la que tuvo un sueño el martes que viene) Quiero después de hablar conmigo, las personas se vayan con la sensación que deja el té de manzana y canela. O a lo que huele mi libro de Lobo Antúnes. ¡El protagonista de Shine! Yo no soy así pero soy como las primeras notas del Rach 3rd. Ay, me estoy construyendo con referencias.

La canción de “Careless whisper” y cuando comienza el sax y mi papá cierra los ojos y la tararea.

La niña Marie Sophie llorando en la noche por no sé qué burrada (falta que llegue la noche) y lleva un cuaderno y... ¡no, no! Yo quiero ser la Marie Sophie del final, sentada frente a Cristo, con un vaso de ron añejo, rostro grave, solemne y unos ojos inmóviles. Yo no había visto jamás a nadie que irradiase tanta autoridad profunda.

Como el alumbrado público.

O como el público, de Lorca.

Una burbuja, un globo en la garganta, un cosquilleo en los ojos y una explosión de risa. Y cuando me siento triste soy como un fruto que hacia adentro madura. Me siento en una banca y no me muevo, como si el aire pudiera herirme, acorazándome. Y cuando lloro soy igual que un juguete olvidado debajo de la cama. O que la religión. O que el rolling stone.

Lo mejor es la risa violenta, la felicidad que trae el recuerdo de unos zapatos que bailaban al ritmo de la lambada, entusiasmo por la fogata rodeada de primos, por el inicio de una canción de Juan Luis Guerra.

Vivo con la sensación de lo que lo mejor está apenas por suceder.


Bueno, compréndanme estoy feliz.

domingo, abril 29, 2007

Lo que pasó con Celestino cuando encontró a un viejo que no era ni su abuelo ni enero.

“Y olvidándome estoy cuando veo a un bulto que se acerca por el camino y empiezo a temblar, pues imagino que es el abuelo con el hacha a cuestas. Pero no: es un viejito muy viejito el que se va acercando.” (118 en tusquets) Yo apenas lo veía montado en la mata de ceiba. Un día le dije a Celestino “Hay un viejo que viene para acá pero anda tan lento que tardará años” Y a la mañana siguiente volví al camino para ver si lo encontraba y el viejo seguía caminando, pero sin hacha. Entonces corrí con Celestino y le dije “Ya no hay peligro, al viejo se le ha caído el hacha.” Otra mañana que miré el camino, ví que se le habían caído los zapatos. Luego los ojos.

El viejo tardó un año en llegar donde estaba el pozo y para entonces ya no tenía manos. Ese día la mata se rompió y me di cuenta de que ya no me hacía falta treparla porque lo mismo alcanzaba a ver de pie que montado en la mata. Al viejo se le habían caído las manos pero seguía. Se le cayeron los pies y seguía. Pronto se quedó sin cuerpo y aunque seguía caminando, yo me olvidé de él hasta que tocaron la puerta y lo escuché decir: “Soy el viejo que has estado observando, vine a hablar con Celestino” Cerré la puerta y grité “Celestino, Celestino” pero Celestino dormía y yo no podía despertarlo. Cuando regresé a la puerta, ví al viejo que se alejaba y que a su lado iba Celestino que arrastraba la mata de ceiba que yo había quebrado. Grité “Celestino, regresa” pero siguió caminando sin volverse. Yo corrí al cuarto para despertar a Celestino y decirle que se había ido con el viejo y Celestino sin abrir los ojos ni la boca me dijo “déjame, déjame, déjame” y me fui a contemplar el camino por si acaso se le ocurría dar la vuelta y regresaba.

jueves, abril 26, 2007

El recordado asombro de estar vivo

Ayer fue un día hermoso. (Supongo que esa frase puede acabar con alguna intención de lectura del post)

Pero es que fue.

Dormí muy poco. Tuve exposición de Rabelais en clase de teoría y crítica. No fui al programa de radio, de lo que me arrepiento enormemente. Tuve exposición de foto (y ahora con Eric, nuevo amigo, persona genial). Terminé de escribir un cuento de Neglillé. Fui a clase de cuento.

Aquí viene lo interesante.
Saliendo de clase de cuento tenía una energía que contrastaba con mi cuerpo débil y cansado. Pasé muchos días en el hospital, entre ellos mi cumpleaños, viendo el suero caer, sintiéndolo. A 125ml por hora. Un foco rectangular, falsamente enérgico borró toda diferencia entre día y noche. La televisión reflejaba la silueta de mi cuerpo vegetativo y triste sobre la cama. No podía leer, no quería escribir, me dolía caminar, vomitaba.

Pero al salir de la clase de cuento.

El recordado asombro de estar vivo, (olvidado, dice Paz) No pensé en la muerte, no me sorprendía estar viva sino estar viviendo. El asombro de caminar a donde yo quería y sentir el aire en la cara con la luz amarilla del alumbrado que gotea lenta y dulce y esmalta el concreto que vas pisando. Y sentir que el concreto que vas pisando. Luego autobúses, hombres que caminan, enrejados. El aire modula el calor, lo extiende, entra en tu cuerpo y acelera el pulso.

Entonces recuerdo que olvidé mi carpeta de clase de cuento en alguna parte de la universidad y veo que mi entusiasmo es tan frágil como mi estómago. (Pero no dejo de asombrarme del molote que le sirven a Luis, del humo del cigarro de la chica que fuma detrás, del sonido de los tacones que van a El tigre)

Cuando regresé a Ray y me comí un atún, me sentí mal y entre paredes me olvidé de todo.
Pero fue una gradación genial. Desde la mañana hasta volver al cuarto.

martes, abril 17, 2007

Mariposa gris

Beto me llevaba por las medicinas. Entramos a la universidad por la receta. Siento una punzada ligera en el estómago, a nivel del orgullo.

“Que padre que me lleves a la farmacia –le digo a Beto– se siente muy bien... en serio”

Y de pronto esa frase planísima desencadena imágenes y un vértigo súbito, involuntario. Comenzo a llorar y me pregunto qué me pasa. Entonces recuerdo esa tarde. Las manos temblorosas como foco en el que una mariposa gris revolotea. Tiemblan y tiemblan sus labios. La hierba debajo de mis jeans y yo aferrándome a ella mientras él “Mariel: no ames a quien no puedas retener” Y yo frente a él, pensando en él, imaginandolo inscribirse en el alumbrado público con el suéter guinda y sonriendo... desaparece ¿POR QUÉ POR QUÉ POR QUÉ? ¿Por qué ahora que era la única vez que no pude darme un solo argumento en contra para defenderme? ¿Por qué la única vez que decidí no quedarme en mi silla esperando que las cosas pasaran? No, eso no importa. Mejor ¿por qué la vez que tú (¡si, tú, tú, tú!) formabas parte? Me quedo suspendida. “Mariel: no me puedes retener” ¡Luuissssss!

Lágrimas

Beto no se ha dado cuenta, el llanto es explosivo y silencioso. Llegamos a Ray, me bajo del auto, me limpio la cara con el puño del suéter de colores, aún lleno de pasto. Llego a mi cuarto. Tomo la receta. Regreso con Beto. Sonrío.

Mi nota era para retenerte, mi beso era para retenerte, mi correo era para retenerte pero de golpe he comprendido que no me interesa nadie a quien yo no le pueda llegar a interesar. El hombre se ha ido, sí, el mar le servirá de gran camino, con su corazón en la mano derecha y sus semillas en la izquierda, ¡buena suerte, amigo!... Yo siempre sentí que eras Nelta.

Persona increíble, maravillosa, única; persona que acaba con esos adjetivos porque los llena y los desborda. Juro que nunca había encontrado a alguien así y juro también que no me interesa en lo más mínimo nada fuera de su amistad.
Ya no.

sábado, abril 14, 2007

Adiós, Chieko.

Ir a la exposición. Beber vino. Ir al tiki. Beber cerveza. Llega Luis. Beber cerveza. Ir a casa de Bobes. Vomitar. Ir a casa de... no me acuerdo. Platicar con Joan. Bailar con Luis. Llevar mis manos a su cuello. Besar a Luis. Escuchar que Luis dice “Mariel, tranquila” (lo ha dicho antes) y después “para”. Parar entonces. Mirarlo. Sonreírle. Volver a llevar mis manos a su cuello. Sonreírle de nuevo. Irme. Llegar con Ale y decirle “Besé a Luis” Estar en las escaleras de concreto con los pies colgando. Platicar con Ale. Llega Luis. Se sienta en el concreto. Lo volteo a ver. Sonrío. Se acuesta. Me acuesto. Nuestros cuerpos forman dos líneas perpendiculares. Su mano derecha queda a la altura de mi cabeza. Acaricia mi cabello, mi cara. Yo tomo su mano con mis manos. Beso su mano. Luis sigue tocando mi cara. Yo tomo su mano con mis manos. Llega Andrelí. Pregunta cosas. Me incorporo. Luis se levanta y se va. Me recargo en la pared. El frío del concreto me congela. Tengo hambre. Digo que tengo hambre. Beto dice “¡Y cómo no!” Ir a casa de Bárbara. Regresar a colegios. Dormir profunda, profunda, profundamente.

jueves, abril 12, 2007

Conversación antes de entrar a la clase "Literatura española del siglo XVII hasta nuestros días"

Ale: Mariel, cuéntale a Gabriel lo del aeropuerto y La regenta.
Mariel: Ah si. Me encontré a una amiga de la primaria en el aeropuerto y me preguntó que si en la carrera nos dejaban leer mucho. Yo le dije que sí, que algo y que había ido a mi casa con un libro gordísimo con la intención de terminarlo pero que era muy difícil leer en mi casa y todo había ido muy mal.
Gabriel: ¿Muy mal?
Mariel: Luego ella me preguntó que qué tan grande era el libro y yo le dije “lo tuve que documentar, así que figúrate.
Ale, Beto, Gabriel y Mariel ríen.
Beto: Es que La regenta es tan grande que puede ser un arma.
Ale: Seguro. Podías secuestrar el avión.
Gabriel: Si, una de dos. O le lanzas el libro al piloto y lo descalabras o te sientas a su lado y comienzas a leer.

miércoles, abril 11, 2007

... te quiero.

El día de hoy siento que podría escupirle al mundo.
Me siento tan grande.

Tomé tu libreta (no tu mano) y escribí. Dos líneas. Te la entrego.

Joan: Mariel, ¿qué has escrito?

Joan siempre agudo, atento... tal vez me vio pedirle la libreta, tal vez me vio dudar mientras escribía, tal vez me vio sonreir al terminar y entregársela a Luis diciendo “Bueno, ya, esta es la única manera en que puedo hacerlo”

Joan: ¿Una nota? Bueno, todos podemos leerla. Quiero decir, no es una nota de amor.

Ay Joan, una nota de amor, qué cursi, cómo se te ocurre. (pero es que soy escritura y él es escritura y la única manera de trazar un puente es escribiendo. La nota informaba, proponía... y no pudo dejar de ser literaria, está bien. Ya tracé el puente, ahora hay que caminarlo)

Mariel: No, cómo una nota de amor, Joan.

Pero la libreta estaba guardada y yo nerviosa. No digas que tengo mal gusto, Ale, alguien de aquí podría ofenderse y no soy yo, pienso. Ale sigue con lo de mis zapatos. Tal vez atarlos un día. Tal vez atarnos a un día. Tal vez atarnos.

Soy tan grande, soy tan genial.

miércoles, abril 04, 2007

tres semanas y sin embargo...

La frustración casi siempre desemboca en escritura.

Nunca había encontrado a nadie así.
Me enamoré de tí el domingo que fuimos al centro y leímos a Durrell en un café.
Quiero que siempre sea ese domingo.

La frustración, la escritura.
Promesa: no volver a escribirte
(no se puede andar de tu mano y teclear a la vez)

martes, abril 03, 2007

Neglillé

Vengo de la tocada de Neglillé (parece que la última)

y qué buen baterista es mi hermano

que bueno es.



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lunes, abril 02, 2007

Entrada profundamente triste

Los suspiros son aire, y van al aire.
Las lágrimas son agua, y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿ sabes tú adónde va ?
-Bequer

¿Palabras? Sí, de aire, y en el aire perdidas.
Déjame que me pierda entre palabras...
-Paz

Caminamos en la calle. Luz amarilla. Entramos en el bar. Sacamos un cuaderno. Conversamos. La escritura, los mitos. ¿A dónde van las palabras? ¿Al aire? ¡Palabras, si, de aire y en el aire perdidas! ¿quiero yo perderme entre palabras? Cambiamos de mesa. Yo diría a mis alumnos “Ah si, conocí al escritor Luis Miguel dos Santos” pero mejor sería decirles que lo conozco, que está conmigo y que alguna vez hablamos en un bar de las palabras, la escritura y los mitos y... ¡venga! ¡no estés pensando en eso, HAZ ALGO! Está ahí en frente, ¿sabes cuánto tiempo hay de México a España? "¡Vamos, par de ciegas!" Y mis manos oyen, lo piensan, no se atreven, desisten ("¡oh! ¡es más grande ese mar!"). Y yo deshojando la luz, hablando y en el aire perdida. ¡Me gustaría llevarte a donde el amor se olvida! Porque... ¿qué importa el amor si estamos en el mismo sitio?

Quedan tres semanas.