miércoles, junio 27, 2007

domingo, junio 24, 2007

Bestiario. Juanito Mata

¡Por fin!

El lector constantísimo. ¡Hola Juanito! Si tuviera una foto tuya aquí subiría con tu uniforme de taekwondo.

Grandioso amigo. (Y novio de mi hermana)

Siempre me he preguntado por qué les digo hermana o hermano…
Mejor
Grandioso amigo. (Y novio de lisa)

Porque la palabra hermano o hermana suena como a algo de palabra valija, como si pudieras meter a cualquiera ahí.

Grandioso Juanito.

Yo recuerdo que entrenamos juntos, hace como tres semanas. Se pone nervioso y se muerde la mano. Recuerdo antes de los torneos… y lo recuerdo después, seguro una medalla, manita mordida, ay, qué tal si son muy buenos.

Cinta negra.

¿Por qué uso tanto el pasado?

El sábado pasado le llamé a Juanito porque él siempre comprende esas cosas de irse de pronto y quedarse un poco triste.
Porque Juanito siempre está yéndose y despidiéndose de Lisa.

Lisa: Mami, quiero salir con Juanito porque hoy es su último día en la cuidad.

Y Juanito siempre regresa.

Lisa: Mami, quiero salir con Juanito porque hoy es su último día en la cuidad.

Y Juanito regresa.

Salen en patines o a la playa y se pelean. Y yo me enojo cuando se pelean. Porque los dos son personas muy geniales y luego se enredan con tonterías (no me digan nada, lo estoy viendo desde afuera, desde afuera siempre es sencillo)

Por cierto, que bueno que ya son novios otra vez.

Y que bueno que eres mi amigo: sabes mucho acerca de las cosas.

y las cosillas…

jueves, junio 14, 2007

Me quedé en los lindes de la cuidad

Me quedé en los lindes de la cuidad, sin alcanzarla, pensándote.

lluvia, quiero decir calle, agua en los tobillos, una casa, mis llaves, la puerta, ¿y una puerta por qué? Reconocer el cuarto azul: aquí estamos otra vez, pero ahora yo sin ti en el cuarto azul, yo sin mí entre sombras, ajena en la ausencia azul, en lo azul que se ven mis manos si no

lo azul

(tu cuerpo)
caer
del cuerpo al alma
caer caer
caer

llena de prisiones de sueños de complejos de imágenes simultáneas, ciclada como un ritmo viejo muerta como un bulto, mano fría leve azul muñeca de madera pensando entre paredes. Con un montón de sábanas con un par de pastillas con Residencia en la tierra, huyo de mí de mi ingenuidad de mi colchón sucio, llorando por la calle sin abrigo sin luz desnuda con el sudor en la cara, con las rodillas
con las piernas
con los dientes
pensándote.

un grito, otro grito, me lleno la boca con citas, con trozos de barro, ¿dónde el silencio? ¿en la taza rota que dejaste?

martes, junio 05, 2007

Marinera en Puebla

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
-Rafael Alberti,
de Marinero en Tierra



I
La frente atenazada por la sal y los recuerdos. ¿Por qué me trajiste aquí, a este caracol de yeso que no devuelve ningún sonido, ninguna imagen? En el aire calcinado por el granizo, busco sin encontrar la sal que dentro de mis huesos exige volver. ¿Por qué me trajiste? Dibujar puentes de saliva en las ventanas sucias, podría construir un café para charlar los martes, podría sembrar mi pierna izquierda en el zócalo de San Andrés y tirarme bajo ella, como antes debajo de los mangos. ¿Por qué me desenterraste? No reconozco las aves, las habitaciones, los nombres, los cuerpos (mi pierna creciendo como árbol). Gotas saladas en la ventana sucia. ¿Llueve? ¿Por qué me trajiste? No llores, mira el árbol. Mi pierna me cubre con sus hojas: hospitales, casas, catedral, heladerías y hojas y hojas que siguen, mangos, aves, piñas, sal, noches, noche que lloro y llueve con un montón de imágenes que tienen una única respuesta: El mar, La mar, El mar. ¡Sólo la mar!

II
En las heladerías, el mar gotea de los mangos mientras el puerto bulle y revienta en insectos que se esconden debajo del colchón –hace mucho calor, quítate la ropa y sube aquí conmigo. La marejada palpitante de las calles me arrastra, agua dulce, ejército, colón. Adoquines como caballones, músicos creciendo: ¿coopera para la marimba? Adoquines se rompen cuando los transeúntes pasean recordando su infancia, rodillas sucias, barda, pelota, vecina mirando, vecina enfadada: ¡Por el amor de Dios! ¿Quién va a pagar el vidrio?, ¿quién los adoquines? Ando entre colillas, periódicos, servilletas, buscando los pedazos de mi cuerpo que me vuelven a mí como el ritmo de una canción olvidada. ¿Coopera para la marimba? Ya no recuerdo qué me trajo aquí ni sé quién debo ser. Puerto de alumbrado público o muelles con amarras o tendederos con la ropa de los hombres que a las seis de la tarde alimentan a las palomas, con el lomo abigarrado por los años. El estadio, divisoria, niños héroes, exija su boleto. Caminos cerrados, anuncios cerrados, calles y ojos que se abren justo en el momento en que se pasa frente al café de los martes donde gotean los mangos y donde dos aspas azules y macilentas luchan contra el calor. Bajo del autobús, entro al café. No hay nadie, no soy nadie, las paredes no me reconocen, ¿en qué momento debí cerrar la puerta?

III
En sueños, la marejada me tira del corazón. No entiendo a dónde se lo quisiera llevar.