sábado, septiembre 09, 2006

De cómo atarse al mundo

Cuando le doy el dedo a mi sobrina de cuatro meses, ella lo agarra. Me pregunto si existirá el preconocimiento. Claro, la supervivencia. Hay que aferrarse a algo. Al dedo de la tia. Asi. Aferrarse como los personajes de Michael Ende. Aferrarse a la religión, al ideal, al material, a la existencia. Olvidar que vamos cayendo, cayendo, cayendo y hay que, como las gotas de Julio Cortázar, aferrarse con los dientes. Una vez vi un barco con dientes. Yo creo que los marineros creen en otra cosa porque nunca he podido morder el agua. Cuando leía a Hemingway, tuve que buscar mucho la palabra podrido en el diccionario y no la memoricé. En el diccionario están las palabras. Qué suerte. Patitas de araña. Todos tenemos nuestras patitas de araña, nuestras pestañas de “peque aquí” y no se suelte, dicen los barcos. Y no se suelte, dicen los religiosos. Pero andamos como ateos sin mapa. Miramos las estrellas. Una vez me quedé acostada sobre la arena húmeda. No traía traje de baño y eran las cuatro de la mañana. Recordé que cuando había tenído la oportunidad, no había saltado y corrido y gritado. Hací que comencé a dar vuetas y me tiré al agua fría y me congelé y la mordí. Miré bocarriba las estrellas con el temor de que el agua subiera y se colara entre la falta, entre el cabello. Pensé entonces que las estrellas eran hermosas, pero que eran fatuas. Que la verdadera realidad estaba ahí, ahora, que la ola venía y me arrastraba y me violaba con su carga de arena sucia y pesada y blanca. Era lo que quería porque no tenía por preocuparme de gritar y saltar si acaso alguien.... o si no... o si piensa que... o si se ve que... ¿Quien miraba? Nadie. Sólo las estrellas. Y eran tan efímeras y fatuas que se me diluyeron en los años luz y me quedé con la ola. Sin religión, sin mapa, pero con la ola. Entonces alquien me dijo “Oye, poeta, en qué estás pensando” Y describí las olas como mamíferos negros, describí las olas como encajes, como corrientes, comoformas. Es mi manera de atarme al mundo, querer llegar a lo numénico, querer apropiarme la cosa, la cosa. Ahi está la cosa, ahi está el mundo y ahi estoy yo (sobre la arena humeda y apretando los dientes) ingenuamente aferrada a él.

2 comentarios:

Alfredo Godínez dijo...

Me recordaste al Silvio, a esa canción "Yo digo que las estrellas":
Yo digo que las estrellas
le dan gracias a la noche
porque encima de otro coche
no pueden lucir tan bellas.

Y digo que es culpa de ella
me de la noche, el universo
cual son culpables los versos
de que haya noches y estrellas.

Yo digo que no hay quien crezca
mas allá de lo que vale
y el tonto que no lo sabe
es el que en zancos se apresta
y digo que el que se presta
para peón del veneno
es doble tonto y no quiero
ser bailarín de su fiesta.

Yo digo que no hay talante
mas claro que ir desnudo
pues cuando se tiene escudo
luego se quieren los guantes

Y el que diga que me aguante
debajo de una sotana
le encajo una caravana
de sentimientos...de sentimientos...
de sentimientos gigantes.

Yo digo que no hay mas canto
que el que sale de la selva
y será el que lo entienda
fruto del árbol mas alto
y digo que cuesta tanto
y que hay que cruzar la tundra
pero al final la penumbra
se hace arcoiris del canto.

Un abrazo y un beso
Nos vemos el lunes y sigue escribiendo así de hermoso.

Anónimo dijo...

Bueno, yo lloraré.

Un abrazo
Rafa Lu