sábado, febrero 10, 2007

Breve berrinche después del "Taller de creación: cuento"

Palabras como vacas amarillas que comen del otro lado del río. Palabras en un colador, palabras de agujeros. Quiero pluma, quiero cuento, quiero vacas para guardarlas en mi garganta triste, en mis árboles tristes. Hay sal como para desbordarse, hay arena como para quedarse ciego. Hay vacas como para que revienten mi cuello. Saco una estaca de entre mis omóplatos hecha de un cansancio anterior a mí. Una cara de tristeza derrotada. Comienzo a escribir.

Y tú, de lobo y piel y uniformes, lees y dices, este texto no vale madres. No vale.

Si te saliera un cuerno en la cabeza, yo lo besaría siempre, si hubiera. Pero no hay cuerno ahí y tú hablas con la pluma en la mano y haces marcas rojas en mi cuento ¿Desde cuándo estuviste de aquel lado del río para decir que una reescritura no valía la pena? Dime antes si entendiste lo que era nacer de un árbol. Dime antes si entendiste lo que era dejar traer dos tabletas de chocolate en el bolsillo. Si lo hiciste, te juro que cruzo el río y me corto el dedo meñique para desangrarme y morir queriendo llegar a ti. Pero no lo has comprendido ni lo has pensado, ¿qué tal si yo el río? ¿qué tal si yo fuera la vaca? Y yo te pregunto, ¿tú ya llegaste?, ¿ya ordeñaste la leche? ¿ya sumergiste el sol en el agua?

(No me quiero meter, no otra vez en la sala llena a rescribir a las dos de la mañana porque ahí los espejos blancos hablan como policías “Usted no pude estar aquí porque estamos por cerrar y hablando de sinceridades su cuento suena a Hollywood. ” Ay, ay, ay...
perdón
los pasillos, los pasillos que se abren y los espejos que se empañan y me gritan como cosas arrancadas cada mañana puta, puta, nunca has sido lo que eres, ah puta, puta, mírate, ni un cuento sabes escribir.
El espejo se empaña y lo retiro de la superficie para caminar sobre el agua sin cortarme)

Jano también lo leyó. Yo lo recuerdo, recuerdo a su niño saliendo del árbol con la camiseta de su abuelita y que pregunta “¿puedo quedarme con tu cuento?”. Claro Jano, claro que puedes quedártelo. Siempre he esperado eso. Siempre he querido que el pasillo se abra y diga ¡ahhhh!; que los cuernos se caigan y me reverencien. Yo no quiero, no quiero textos con marcas en rojo sino solo Janos con los ojos abiertos pidiendo, “¿me lo puedo quedar, me lo puedo quedar?”

Y hay huellas pero no palabras. Siempre se queda la imagen y yo mirando las vacas que se mueven en la lejanía. Tú me dijiste que ahí estaban y casi te creí. No quiero quedarme con la estaca, tengo que inventar otro río, otro cuento, otras vacas.

No hay comentarios.: