lunes, julio 03, 2006

BESTIARIO.ERICH-Jueves, 22 de Junio de 2006

La primera vez, una camisa verde. Decía Colombia. No era de ahí, sólo me gusta, me dice con agresividad de erizo. Ojos negros. Piel de roca de mar: puntiaguda y salada. Arisco. No enseñas los dientes cuando te ríes. Cabello corto, negro. Sobre la nuca, las plumas amarillas de las flechas que te lanzó tu esposa, tu hija. Sólo esa parte teñida y un arete en la oreja. Redondo igual que tu risa que asciende y desciende en el mar de burbujas amargas. Debajo de la piel, un nudo de hilos morados en las muñecas. Una bola en la garganta. Otra vez le preguntaron que si aprobaría una asociación para ayudar a los niños africanos y dijo que sí muchas veces, como quien pide una disculpa. Las flechas y su hija siguen. Es divorciado. Viaja.

La última vez, una camisa roja. Decía Alemania. Regreso a mi país el próximo viernes así que hará la tarea en el avión jajaja –burbujas amargas– en el avión, repite. La maestra cierra los ojos y sonríe. Pero a ella, la agresividad no le ha golpeado los ojos. Una vez, él dijo que mi mente era muy diferente de todos y nunca supe si se burlaba. Nunca comprendió una metáfora, un juego. No creía en la imaginación, sólo en la estupidez.

Y no sé por qué, siempre traté de agradarle.

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