viernes, agosto 25, 2006

Manzanas en un cuarto oscuro

Ojos verdes donde la luz circula,
apagó las llamas de la alfombra
y todo él se hizo de noche.
Se había movido trazando figuras
redondas como lápidas
agudas como constelaciones.
Charcos con estacas sobre la calle
eran su reino, recordaba los nombres
Venecia, Marruecos, Mongolia,
la ultima capital se le escapó
como paloma de los labios.
Agosto llovía largo y jadeante
como perro cuajado que roe
la puerta cerrada del alba.


Ojos con dos gotas de miel
y una de vinagre, sus palabras
rumian delicados huesos de paloma.
Sus sueños eran feroces como
tigre de encías calcinadas.
Ella, isla ágata, virgen para ti,
tomó el mapa con una mano
y te habló de manzanas en las olas
de una playa violenta e infinita


Ojos de charcos secos y estacas,
–¡te quedaste con las estacas!–
En el desierto, sepulcro de palomas
cuello quemado, domador de tigres.
Lampo sucio que circula en sillones,
cenizas de luz, lo que quedaba.

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