sábado, diciembre 23, 2006

De cómo un foco transformó un cochino de yeso en un cachorro de verdad.

A veces la realidad no es tan verosímil. Aquí un claro ejemplo.


Ale recogió un cachorro lleno de pulgas al que llamamos Dmitri. Yo me entusiasmé con él. En la veterinaria (panza del cachorro llena de parásitos) lo dejamos y colgaron entonces un letrero que decía “perro en adopción” Cuando llegué a Tampico mi hermana dijo: “¡hay que tener un perro!” y yo estuve de acuerdo.

No hay permiso de mami y papi para comprar un Beagle, tampoco dinero. Olvidamos lo primero y tratamos de solucionar lo segundo “Yo estoy trabajando –dice Lisa– y mañana me pagan 500” Yo sólo tengo 200 pesos. No es suficiente, no es suficiente ni siquiera para apartarlo.

Quiero el perro y me frustro. Voy a leer para olvidarlo y no hay luz en mi escritorio. Me vuelvo a frustrar. Entonces la solución está ahí, en la mesa de noche y le digo a Lisa “pásame ese foco del buró” Me subo a la silla, me subo al escritorio, me sujeto de los peldaños, se hace la luz y entonces veo una pieza de yeso que reconozco como el cochinito de ahorros que llevé durante toda la prepa.

Ya tenemos cachorro
Lo rompí y adentro habían 2400 pesos.

¿Cómo pude haberme olvidado de esa alcancía?¿Cómo la encontré justamente el día en que hicimos cuentas y vimos que no nos alcanzaba para comprar el perro? ¿Cómo Lisa me propuso tener un perro justo cuando yo (casi no me gustan) también lo quería?

No tengo ni idea de cómo responder a eso. Lo que sé es que el perro se llama Dmitri, llega a casa mañana y mis papás todavía no saben nada del asunto.


2 comentarios:

Ictericia dijo...

Córtale una pata, ándale.

Ictericia dijo...

amiguiiiii!!! deseo verte para que nos amemos y en medio de nosotros villegas como un dios