viernes, diciembre 08, 2006

Poética

El poema es un cuerpo azul, muerto en un cuarto oscuro. El poeta es un par de manos que entran sin hacer ruido y alumbran brevemente. Del maletín sacas las pinzas, los bisturies, la retórica para desmembrar y volver a hacer. El nervio coordina el ojo y el ojo coordina dedo meñique. Cada imagen es un espasmo, cada estancia es un coágulo de sangre roto en hormigas que huyen hacia las esquinas de la habitación. El poema queda abierto sobre el piso: podría ser un conejo, un tobillo o un árbol. Sacas del maletín pliegos y pliegos de piel para coser todo con metáforas y echarlo a andar como un reloj. Cuando termines de haber puesto hueso sobre hueso, nervio sobre ritmo, te limpias las manos y sales a la calle a caminar con él.

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