martes, abril 17, 2007

Mariposa gris

Beto me llevaba por las medicinas. Entramos a la universidad por la receta. Siento una punzada ligera en el estómago, a nivel del orgullo.

“Que padre que me lleves a la farmacia –le digo a Beto– se siente muy bien... en serio”

Y de pronto esa frase planísima desencadena imágenes y un vértigo súbito, involuntario. Comenzo a llorar y me pregunto qué me pasa. Entonces recuerdo esa tarde. Las manos temblorosas como foco en el que una mariposa gris revolotea. Tiemblan y tiemblan sus labios. La hierba debajo de mis jeans y yo aferrándome a ella mientras él “Mariel: no ames a quien no puedas retener” Y yo frente a él, pensando en él, imaginandolo inscribirse en el alumbrado público con el suéter guinda y sonriendo... desaparece ¿POR QUÉ POR QUÉ POR QUÉ? ¿Por qué ahora que era la única vez que no pude darme un solo argumento en contra para defenderme? ¿Por qué la única vez que decidí no quedarme en mi silla esperando que las cosas pasaran? No, eso no importa. Mejor ¿por qué la vez que tú (¡si, tú, tú, tú!) formabas parte? Me quedo suspendida. “Mariel: no me puedes retener” ¡Luuissssss!

Lágrimas

Beto no se ha dado cuenta, el llanto es explosivo y silencioso. Llegamos a Ray, me bajo del auto, me limpio la cara con el puño del suéter de colores, aún lleno de pasto. Llego a mi cuarto. Tomo la receta. Regreso con Beto. Sonrío.

Mi nota era para retenerte, mi beso era para retenerte, mi correo era para retenerte pero de golpe he comprendido que no me interesa nadie a quien yo no le pueda llegar a interesar. El hombre se ha ido, sí, el mar le servirá de gran camino, con su corazón en la mano derecha y sus semillas en la izquierda, ¡buena suerte, amigo!... Yo siempre sentí que eras Nelta.

Persona increíble, maravillosa, única; persona que acaba con esos adjetivos porque los llena y los desborda. Juro que nunca había encontrado a alguien así y juro también que no me interesa en lo más mínimo nada fuera de su amistad.
Ya no.

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