miércoles, mayo 24, 2006

Cosas que se derraman; cosas que fatalmente se derraman.

Tengo una cinta de tristeza larga pegada en la frente.
Es larga y dulce.
Tapa el agujero que me hice cuando olvidé el escalón que había antes de entrar a la casa,
Cuando me froté la frente con un borrador tratando de acallar la mente,
Cuando me estrellé con la esquina del mesabanco y me quedé ciega.

Una vez, un señor con cara plateada y bigote rojo pronunció mi nombre y yo me acerqué. Llovía.
Entonces él dijo. “Llévate esta cinta para que no se te derramen” y señaló sobre el agua el color de mis recuerdos como si fueran aceite.
Me arrodillé para verlos. Había una casa, un reclamo con mil voces, dos ojos de un maestro verde. Y me horroricé tanto que tuve que desconocerlos y enjuagarme la cara. Después me pequé la cinta para que el líquido no fluyera. Recordé a dos amigos, recordé una sonata, recordé mi alcancía de gato, recordé una carta, recordé un cereal sabor alacena.

Cinta en la frente. Tristeza sobre la herida. Cinta en los ojos. No quiero llorar.

Porque si me secara ¿qué iba a ser de mi?


Son las garras del recuerdo: la nostalgia.

1 comentario:

Ictericia dijo...

Mirá que sos buena! lo sos!!! Beto y yo salimos ahí? verdad que sí verdad que sí?