viernes, mayo 12, 2006

Los inicios.

Hace tiempo dijiste que querías ser escritora. ¿Te acuerdas? Estabas en el baño con los shorts hasta las rodillas y reflexionabas sobre la Fuerza de Sheccid –¡así de pequeña estabas!– dijiste “Quiero ser escritora” y en seguida quisiste romper tu cabeza contra la esquina del lavabo porque sabias que no lo ibas a poder olvidar. Después, saliste del baño y encontraste un montón de manuscritos, de historias, de poemas que reconociste como trabajo de escritor. No estabas conciente de que lo era. Dijiste ¡Aquí hay escritora! y entonces saliste al mundo con esa bandera pegada en la frente para que te escupieran.

Hace tiempo dijiste que querías estudiar literatura. ¿Te acuerdas? Te metiste al salón de clase y quisiste romperte la cabeza con la esquina de un mesabanco. Después, saliste y no había manuscritos, no había historias, no había nada.

Hace mucho que no haces lo que deberías hacer para ser quien quisieras.

Y eso que ahora lo deseas concientemente.

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