miércoles, noviembre 22, 2006

Los significados múltiples del yeso y las gracias a quienes los supieron intuir.

“¿Metiste la pata?” Es una de las preguntas de siempre, de todos. Nota: andar enyesado no da derecho a hacer esa broma siempre, todos. Fuera de eso... hay algunas otras cosas.

El yeso significa muletas. Muletas significan brazos cansados, sangre en tu camiseta (si has andado mucho) Significa un pie que late y se agranda dentro de una jaula azul. Significa levantarte a las seis de la mañana, atar una bolsa a tu pierna, pegarla con cinta, meterte a bañar, caerte del banquillo, el agua moja el yeso: la bolsa ya está rota. Perder tu cepillo, no poder usar muletas y mochila al mismo tiempo. Bajar y andar y correr a clase de las ocho y media... y aún así, llegar tarde.

Significa media hora más si están arreglando el camino.
Significa media hora más si está lloviendo.
Significa subordinar tu tiempo al cepillo que no encontraste, a tu cuarto sin barrer lleno de papeles sin que aparezca la nota del pago de la impresión de la revista.

Cada vez que tengo que subir las escaleras a mi cuarto, lo pienso. Quiero subirme a los columpios y correr. Nunca me había detenido a observar lo elegante de una persona caminando. Qué equilibrio, qué coordinación...

La escena que más me impresionó de “El laberinto del Fauno” fue el pié gangrenado que tuvieron que amputar. Miré mi pié, enyesado entonces, le di las gracias por no estar así. No me puse contenta, sólo recordé que podría volver a estarlo.

Hoy me quitaron el yeso. Acabo de ir al baño y regresar a mi cuarto sólo apoyándome en los muebles y las paredes.

Estoy muy feliz.

Beto, fuiste por el coche para recogerme en el estacionamiento más cercano.
Ale, hiciste mi maleta para que me fuera a mi casa.
Alfons, cargaste mi mochila.
Elisa, lavaste mi ropa.
Ja, me ayudaste a subir el escalón.
Ernesto, compraste mi comida y la trajiste a la mesa.
Gracias por caminar detrás de mí cuando subía una escalera. Por preguntarme cómo iba, por preguntar qué me pasó, por advertirme que no vuelva a meter la pata.

Nunca voy a extrañarlo, eso es seguro; olvidarlo tampoco.

1 comentario:

Ictericia dijo...

Yo, yo hice eso, sí sí. Pero qué buena soy... qué buena soy.